Hay cosas en la vida que se convierten en retos personales y esto fue lo que ocurrió con Julián Castillo, un joven, de 24 años y de Roldanillo (Valle), quien está haciendo la obra en su municipio natal.
Después de pedir varios permisos en su municipio, pudo comenzar con la tarea.
Se armó con 1.000 lápices de mina número 2, una caja de sacapuntas y tres andamios para iniciar.
Los callos no le faltan en la mano, incluso dice que le ha salido sangre y esto no ha detenido su sueño.
Bajo el inclemente sol o la repentina lluvia, no deja de dibujar lo que representa, como él dice, «el contexto de la Realidad Absoluta».
Cuenta que en el muro hay un hombre viejo y una dama joven.
Los personajes del mural están mirando fijamente un diamante, mostrando lo viejo y lo nuevo.
Julián afirma que con su trabajo solo busca explicar que: «Aunque seamos diferentes, si nos ponemos en la misma posición, podremos ver las cosas iguales».
Julián empezó este proyecto porque en una clase de dibujo le dijeron que era imposible hacer un mural gigante usando sólo lápices.
Con las manos negras, untadas de grafito, y el mugre en el piso como resultado de la basura por sacarle punta a sus lápices, Julián y los demás jóvenes roldanillenses esperan terminar en 15 días.